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La revolución de la vida cotidiana
En los últimos meses han surgido en Barcelona varios centros sociales okupados (Bancos expropiados) en las sedes de antiguas sucursales bancarias, abandonadas por centenares, cual pecios en el fondo del océano, por las extintas cajas de ahorros. Una vez pasada la tempestad especulativa y los días de vino y rosas de pelotazos, hipotecas basura y preferentes a mayor gloria y cartera de constructores, ediles, leguleyos y demás expoliadores del erario, fueron desguazadas a cargo del sufrido contribuyente para su posterior entrega, en bandeja de plata y por un módico precio, al mejor postor.
La inserción de dichos lugares «liberados» en el tejido de los barrios conlleva la apertura de grietas en los hábitos sociales mercantilizados impuestos por las estructuras capitalistas de la vida cotidiana. Las prácticas comunitarias que en ellos se desarrollan ofrecen atisbos de las potencialidades de desarrollo de la vida social, sin las bridas y camisas de fuerza que las reglas del juego imperantes le imponen. A pesar de su aislamiento, el solo hecho de crear entornos autónomos donde se abran posibilidades de desarrollar actividades no lucrativas que impliquen cooperación, apoyo mutuo y estímulo de múltiples tejidos asociativos y vecinales supone, por su radicalismo creativo, un aldabonazo que apela, poniéndolos prácticamente en cuestión, a los cimientos de la ciudad-mercadería circundante.
El levantamiento quincemayista y la reaparición de las luciérnagas
Mucho ha llovido desde la vivificante explosión quincemayista. Las estancadas (y pestilentes) aguas de la vida política y mediática española se han visto sumamente agitadas por tan inesperado acontecimiento. Como era de esperar, los intentos de trivialización para desbravar las aristas más peligrosas para el establishment han sido ( después de la sorpresa inicial) feroces entre los que vieron las orejas al lobo del pueblo indomeñable que parecía atreverse a descorrer el tupido velo de la farsa partitocrática. Con el paso del tiempo se han puesto de manifiesto algunas virtudes y otros peligros de tan heterodoxa explosión de insatisfacción popular. Siguiendo las iluminadoras palabras de Carlos Taibo podrían distinguirse tres «almas», obviamente no excluyentes entre sí, en las que ha cristalizado el movimiento: la ciudadanista, la anticapitalista y la institucional. La primera se limitaría a la reclamación de medidas de purificación democrática, lucha contra la corrupción y demás medidas regeneradoras; la segunda, por el contrario, optaría por la vía de la construcción de espacios autónomos de autogestión popular sin representaciones ni liderazgos y la tercera estaría encarnada por Podemos y demás estructuras de intervención política que se arrogan, pretendiendo fagocitarlo en su provecho, la representación exclusiva del quincemayismo.
Este magma complejo y estimulante es el que se trata de describir en el texto subsiguiente publicado en noviembre de 2011. Espero por lo menos no haber desmerecido demasiado con mis limitaciones y torpezas analíticas la enorme riqueza y potencialidad del, sin duda, hecho político más importante desde el advenimiento de nuestra Sagrada y Borbónica Democracia.