Etiquetado: anarquismo

Contra el culto al trabajo (y V)

Una crítica de la izquierda tradicional y de los movimientos sociales

Trascender las lindes del enclave

«La capacidad de vivir afuera tendría la virtud, por un lado, de dificultar la reproducción de las relaciones sociales dominantes fomentando la sociabilidad y frenando el individualismo; por el otro, el proporcionar una buena logística a la defensa del territorio. Sin embargo, para trascender las lindes del enclave, o sea, para generalizarse, haría falta pasar a la ofensiva, invadir a gran escala el espacio dominado por el capital. Sería necesaria una verdadera revolución»

Miguel Amorós

«En los presidi, en lo que llamamos las Nuevas Repúblicas y aquí en el ZAD creamos lazos afectivos y prácticas cotidianas que son de hecho una alternativa a las relaciones capitalistas de poder y beneficio. Es un proceso muy largo que pasa por momentos de ruptura»

Las palabras previas corresponden a Luca Abbà, activista del movimiento No TAV, que desde hace tres décadas desarrolla una lucha encarnizada contra la construcción de un mastodóntico túnel de ¡57 kilómetros! que perforaría el corazón de los Alpes entre el valle italiano de Susa y el francés de Maurienne. Se trata de una infraestructura clave para completar el despliegue de la línea de alta velocidad Turín-Lyon, un megaproyecto de altísimo impacto ambiental patrocinado en comandita por los estados francés e italiano con la participación entusiasta -siguiendo al dedillo el modus operandi habitual en estos casos- de grandes empresas constructoras de ambos países. Otro ejemplo más de las innumerables agresiones contra el entorno natural y las comunidades locales perpetradas a lo largo y ancho del sufrido planeta, en aras de la sacrosanta creación de riqueza, por la apisonadora del afán de lucro que impele la carrera hacia el abismo de la organización social capitalista. Sin embargo, los planificadores de la destrucción del territorio en el altar de la entelequia del «desarrollismo» depredador del capital no contaron con la eclosión de un fuerte movimiento de resistencia popular dispuesto a plantear la batalla en toda la línea contra los bulldozers y las tuneladoras.

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Entrevista sobre «Los vicios del ecologismo» para Cazarabet

Cazarabet conversa con Alfredo Apilánez:

-Alfredo, qué te llevó a escribir este libro que, desde la lectura, me parece que es una reflexión crítica sobre la posición del ecologismo y de su peso a lo largo de la historia en el que comparto al 100% lo que nos explicas en las primeras páginas que es la hora del planeta, ahora o nunca, solo cabe el saber cuándo acabará lo que tenga que acabar y a ver si puede ser de la mejor manera posible para todos los habitantes—humanos o no—del planeta porque lo que está claro es que a la naturaleza le costará, más o menos, pero ella se reinventa regenerándose poco a poco, pero a su ritmo.

-En primer lugar quería agradeceros la entrevista y el interés que habéis mostrado en el libro, todo un honor para mí.

En cuanto a la pregunta sobre el origen del libro, os diría que se debió a una doble insatisfacción. Por un lado, por supuesto, ante el decurso catastrófico del ecocidio acelerado en él nos hallamos inmersos -la “carrera hacia el abismo” en la que estamos embarcados como especie-, proceso que desde hace muchos años me ha llevado a interesarme y a alarmarme por los certeros diagnósticos del movimiento ecologista y, por otro lado, debido también a la insatisfacción ante las propuestas y el análisis digamos sociopolítico desarrollado por la mayor parte del movimiento ecologista para corregir el rumbo suicida del Titanic en el que vamos embarcados. Diría en fin que el clic que dio pie al libro fue la pobreza y pusilanimidad de los planteamientos del “decrecentismo”, el slogan que agrupa a la crème de la crème del ecologismo llamémosle transformador.

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Programa de Radio Alegría Libertaria: Los «vicios» del ecologismo

Cuidada edición, aderezada además con una selecta colección de piezas musicales, del programa de Radio Alegría Libertaria emitido el 1-9-2021. El programa está elaborado a partir de un resumen del artículo «Los ‘vicios’ del ecologismo. Sólo me queda dar calurosamente las gracias a Javier y Ainhoa por su invitación y su calidez.

Los «vicios» del ecologismo

“La sociedad capitalista es una sociedad que corre hacia el abismo, desde todos los puntos de vista, porque no sabe autolimitarse. Y una sociedad verdaderamente libre, una sociedad autónoma, debe saber autolimitarse”

Cornelius Castoriadis

Estamos jodidos

“Estamos condenados. El desenlace es la muerte, con el final de la mayor parte de la vida en el planeta”. El poeta y filósofo Jorge Riechmann comparte la demoledora sentencia del científico social Mayer Hillman acerca del funesto destino que aguarda a la especie humana a medida que avanza de forma irreversible el proceso de volver completamente “asqueroso” su propio nido. Sin embargo, de la desesperación puede surgir también la esperanza: “Hay que repetirlo una y otra vez: paradójicamente, sólo asumir de verdad que no hay solución -que ‘estamos jodidos’- podría abrir un camino que evitase lo peor. Dar por muerta esta civilización, dar por muerta esta economía y esta cultura, darnos por muertos a nosotros mismos, y quizá entonces estar dispuestos a las hoy imposibles transformaciones que nos salvarían”.

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Pecunia delenda est*

«En Utopía han desterrado la codicia por el dinero, no usando de él para nada, evitando así muchas pesadumbres y arrancando las maldades de raíz. Porque, ¿quién no sabe que la solicitud por el dinero es causa de continuas fatigas y desvelos para ahuyentar la pobreza, como si ésta pudiera ser vencida únicamente con la riqueza material»

Tomás Moro

Detengámonos, para empezar, siguiendo al filósofo marxista John Holloway, en la primera frase de El Capital: “La riqueza de las sociedades en las cuales domina el modo de producción capitalista aparece como una gigantesca acumulación de mercancías, y la mercancía como la forma elemental de esa riqueza. Por eso nuestro estudio empieza con el análisis de la mercancía”.

La potencialidad de la riqueza humana se encuentra por tanto atrapada, en el capitalismo, en una apariencia, comprimida por la estrecha faja de la materialidad mercantil. La gigantesca acumulación de mercancías -con su equivalente universal, el vínculo de todos los vínculos, el dinero, en la cúspide- es el corsé que impide el desarrollo de las disposiciones humanas creativas, sometiéndolas a las “continuas fatigas” causadas por el prurito crematístico. Nos hallamos pues, en los hegelianos términos del Marx de los Manuscritos, ante el poder enajenado de la humanidad:

“Si el dinero es el vínculo que me liga a la vida humana, que me liga a la sociedad, que me liga con la naturaleza y con el hombre, ¿no es el dinero el vínculo de todos los vínculos? ¿No puede él atar y desatar todas las ataduras? ¿No es también por esto el medio general de separación? Es la verdadera moneda divisoria, así como el verdadero medio de unión, la fuerza galvanoquímica de la sociedad. Es el poder enajenado de la humanidad”.

¿Acaso cabe una sujeción más irracional de las potencialidades humanas, máxime cuando el estadio actual del desarrollo productivo podría permitir con holgura la cobertura de las necesidades básicas de la especie, reduciendo asimismo drásticamente lo superfluo para adecuar el modo de producción a la preservación de la naturaleza en un planeta habitable?

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El reformismo electoralista: de la tragedia a la farsa

 

«La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa«

Carlos Marx, ‘El dieciocho de Brumario de Luis Bonaparte’

 

1ª parte. Reformismo pujante: la tragedia

Si Eduard Bernstein levantara la cabeza y se asomara a la escena política actual en los países -como a él le gustaba decir- civilizados superiores se sentiría, muy probablemente, sumamente desconcertado. El histórico líder de la socialdemocracia alemana, el partido democrático más antiguo del mundo, albacea testamentario de su venerado maestro Engels, pasó a la historia por ser el iniciador de la herejía revisionista, que a finales del siglo XIX removió los cimientos de la ortodoxia vigente en los partidos y organizaciones socialistas con su cuestionamiento sacrílego de los postulados clásicos del marxismo. ¿Cuál sería pues el motivo de su estupor? ¿Existe realmente una buena razón para recuperar una disputa centenaria con toda el agua que ha pasado bajo el puente? ¿Puede ser de alguna ayuda para comprender la nada halagüeña situación de las fuerzas políticas de izquierdas y la farsa grotesca que representa el parlamentarismo en nuestros días?

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El fascismo financiero y la irreformabilidad del sistema

Texto elaborado para la ponencia homónima desarrollada en el marco del Foro que, bajo el título «El derecho a la vivienda frente al capitalismo financiero», organizó la Asociación 500×20 del barrio de Nou Barris de Barcelona los días 7 y 8 de julio de 2018.

Vídeo de la charla:

Introducción

«Un sistema que, cuando no tiene problemas, excluye de una vida digna a la mitad del planeta y que soluciona los que tiene amenazando a la otra mitad, funciona sin duda perfectamente, grandiosamente, con recursos y fuerzas sin precedentes, pero se parece más a un virus que a una sociedad. Puede preocuparnos que el virus tenga problemas para reproducirse o podemos pensar, más bien, que el virus es precisamente nuestro problema. El problema no es la crisis del capitalismo, no, sino el capitalismo mismo. Y el problema es que esta crisis reveladora, potencialmente aprovechable para la emancipación, alcanza a una población sin conciencia y a una izquierda sin una alternativa elaborada»

Santiago Alba Rico

Quizás no haya ningún ámbito de la realidad social donde sea mayor el desconocimiento existente sobre los procesos que inciden en la vida de la gente que en todo lo relacionado con las finanzas modernas. Podríamos decir que hay una relación inversamente proporcional entre la relevancia de los formidables efectos que producen sobre la vida cotidiana de las personas y el conocimiento que se tiene del funcionamiento de esos mecanismos: no entendemos las fuerzas que mueven el mundo en el que vivimos. El papel de la banca en la planificación de la actividad económica, el funcionamiento de los omnipotentes mercados financieros, la teoría económica con mando en plaza en todas las plataformas mediáticas y cátedras académicas y los resortes ocultos de las políticas austericidas neoliberales son incomprensibles para la mayor parte de la población, directamente afectada  por sus efectos. Todo ello dista mucho de ser casual. La incomprensión de los mecanismos a través de los cuales se ejerce el poder social efectivo es perfectamente funcional a la docilidad y la alienación que propician el alejamiento de las clases populares de la peligrosa tentación del antagonismo. Las reglas que rigen el poder real son ajenas a cualquier control mínimamente democrático.

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La metafísica de los ‘comunes’ y el reformismo posmoderno

No es por una especie de purismo extremista ni, menos aún, por una política del estilo ‘cuanto peor, mejor’, por lo que hay que desmarcarse de todos los “ordenadores” de la economía: es simplemente por realismo ante el devenir patente de todo el asunto. Se trata de un relevo a la dominación, puesto que le proporciona sobre la marcha, de un lado, una oposición de las llamadas constructivas y, del otro, arreglos de detalle”

Jaime Semprún, “Enciclopedia de la nocividad”

 

«¡Omnia sunt communia!» (“¡Todo es común!”). Ante el pasmo del secretario municipal, que tuvo que solicitar la repetición de la extravagante fórmula, el concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata “adornó” de tal guisa la promesa de su cargo en la puesta de largo del ayuntamiento del cambio tras su éxito rutilante en las elecciones de 2015. Tanto Zapata como otros concejales electos estaban muy vinculados al Patio Maravillas -un centro social okupado que se definía como ‘un común urbano’- y expresaban de este modo su rechazo al fulminante desalojo –un nada sutil aviso para navegantes- ejecutado en las últimas horas del mandato de la inefable Ana Botella. La rotunda sentencia, originaria del filósofo escolástico Tomás de Aquino, fue popularizada en el siglo XVI por el atrabiliario pastor Thomas Müntzer, símbolo del protestantismo revolucionario, que ejerció su carismático liderazgo durante la sangrienta guerra de los campesinos alemanes de 1524, también conocida como la revolución del hombre común. ‘¡Omnia sunt communia!’ era el grito que proferían los siervos de la gleba que, apremiados por la miseria rampante, reclamaban el restablecimiento de los derechos de uso común sobre los pastos y los bosques y la reducción de la presión asfixiante de las cargas señoriales.

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Cuando las cosas estaban más claras

Los únicos valores positivos siguen estando donde estaban, en esa izquierda social por derrotada que esté. Desde esos valores hay que volver a empezar otra vez como si hubiéramos perdido, que de hecho hemos perdido (…) lo que empezó en 1848.
El lado positivo de todo esto sería que, si hay que empezar como en 1847, entonces habría que empezar como si no estuviéramos divididos en las distintas corrientes del movimiento de renovación social, como si todos fuéramos socialistas, comunistas y anarquistas, sin prejuicios entre nosotros, volviendo a empezar de nuevo, a replantearnos cómo son las cosas, en qué puede consistir ahora el cambio, y, sobre todo, al servicio de qué valores, admitiendo de una vez que lo que hay en medio lo hemos perdido.

Manuel Sacristán Luzón Sigue leyendo